¿Rectificación confiable?
Algunos anuncios oficiales recientes se han vendido como gestos de rectificación e insinuaban que las cosas podrían mejorar. Así ocurrió, por ejemplo, con el reciente anuncio de la devolución de empresas expropiadas a sus legítimos dueños, las reuniones con trabajadores y con ciertas personas del sector privado de la economía, el llamado a retomar iniciativas postergadas en sectores como salud o educación.
Ante todos estos hechos, hay que cuestionar su sentido, su alcance, sus intenciones, su viabilidad, sus posibles resultados. ¿Qué obedecen? ¿Expresan un deseo real de rectificar? ¿Anuncian rectificaciones más profundas y duraderas? ¿Es un discurso creíble o estamos ante una estrategia que pretende ganar tiempo, confianza, popularidad, apoyo político, silencio?
La publicación Analítica sugiere que responden a dos causas: la «necesidad de contar con tecnócratas con una visión política diferente» y «el surgimiento de líderes políticos jóvenes dentro del PSUV, con suficiente moderación y capacidad de articulación para eludir las sanciones impuestas». sobre el gobierno, avanzando hacia políticas económicas de refresco y, sobre todo, de mantenimiento del poder por parte del régimen». Analítica declara que «la llamada normalización del Estado está muy lejos de ‘lograr’.
Los duros resultados contradicen este sentimiento o lo limitan al de una minoría. No hay respuesta a las innumerables empresas tomadas y quebradas durante estos años, al abandono y destrucción de conquistas en educación y salud, a las deplorables condiciones de la mayoría en áreas vitales como alimentación, salud, vivienda, seguridad, empleo.
La encuesta Encovi indica que la pobreza y la pobreza crítica han aumentado de manera alarmante. Los últimos datos de las auditorías del sistema internacional de laboratorios médicos muestran para Venezuela una caída importante en el consumo de medicamentos, caída que es similar a la de la escolaridad y la alimentación. Los datos económicos hablan de una contracción del 80% de la economía en los últimos cinco años y nos recuerdan que una recuperación no solo llevará años, sino que requerirá políticas inteligentes, sostenidas y bien gestionadas.
La ley antibloqueo a la que se adhiere el gobierno como instrumento de reactivación económica no es atractiva para la inversión. Muchos negocios han sido confiscados y destruidos en 20 años de revolución y su recuperación es muy costosa. La situación del sector petrolero es tan compleja que requiere una nueva ley de hidrocarburos que defina las reglas del juego que permitan atraer las inversiones privadas indispensables para impulsar un verdadero proceso de apertura. El estado actual de la industria no permite anunciar cambios sustanciales en los volúmenes de producción y mucho menos en un corto período de tiempo.
Lo mismo ocurre con nuestras empresas industriales que, pagando derechos de aduana e IVA, tienen que afrontar la entrada de cerca de 7.000 productos terminados sin derechos de importación ni impuestos de ningún tipo. ¿A qué argumento responde este descarado disparate? En tales condiciones, ¿cómo compite la agricultura venezolana con la avalancha de alimentos importados?
Y quedan las cuestiones fundamentales, las que tienen que ver con la recuperación de los valores e instituciones democráticas, el pluralismo, el Estado de derecho, las libertades, la separación de poderes, los derechos sociales y políticos, la dignidad de los ciudadanos. Las garantías político-democráticas son fundamentales a la hora de instaurar el rescate financiero de una nación en ruinas. Como se expresa en una reciente «Carta a los venezolanos», algunos gestos oficiales deben interpretarse como «una activa campaña para mejorar su imagen destrozada, un esfuerzo por hacer creer al mundo que ‘la normalidad ha vuelto a Venezuela’ y que graves violaciones a los derechos humanos los derechos pertenecen al pasado”.
Asumir tanto la prédica de una nueva normalidad como la que se promueve conlleva el riesgo de perpetuar una cultura de aceptación, desencanto, acomodación y continuidad.
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¿La Rectificación Confiable? se publicó por primera vez en EL NACIONAL.