Las claves para restablecer las relaciones entre Colombia y Venezuela

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Foto: Archivo

A partir del 7 de agosto, las relaciones entre Colombia y Venezuela entrarán en una nueva dinámica. El restablecimiento de vínculos es inminente tras años de tensión, acusaciones y una ruptura diplomática marcada por el desprecio de Bogotá a Nicolás Maduro como presidente, el reconocimiento de Juan Guaidó como presidente interino y la estrategia internacional liderada, entre otros, por el presidente Iván Duque, para aislar diplomáticamente al régimen chavista.

Pero los tiempos han cambiado: la guerra en Ucrania, que desencadenó una crisis energética y reorientó la atención de Estados Unidos sobre la importancia estratégica de los recursos petroleros venezolanos, y la inminente llegada a la Casa de Nariño de Gustavo Petro inclinan la balanza hacia una evaluación de relaciones con Miraflores. Esto a pesar de todos los obstáculos y desniveles que se deben superar para la normalización.

La reunión de esta semana en el fronterizo estado Táchira entre el canciller de Maduro, Carlos Faría, y el designado de Petro, Álvaro Leyva, marca la pauta para una nueva etapa de diálogo con envío de embajadores incluido.

Sin embargo, sigue siendo polémico debido a la fuerte oposición del gobierno saliente de Iván Duque a no reconocer lo que se considera una “dictadura” y las múltiples discrepancias a lo largo de los años. Incluyendo la actitud contemplativa y consentida de Caracas ante la presencia criminal de colombianos irregulares en la zona fronteriza (están presentes en 21 de los 23 estados). También el maltrato a empresas colombianas y el impago de deudas contraídas tras expropiaciones y decisiones económicas cuestionables.

A lo que se suma la indiferencia del chavismo ante el enorme problema de la inmigración.

Restablecimiento de las relaciones Colombia-Venezuela

Esto será todo un dilema y algo complejo de explicar para el gobierno de Petro. Porque, además, se renovarían vínculos con un régimen señalado como violador de los derechos humanos y la libertad de prensa. Quien llegó al poder mediante prácticas condenadas de persecución y eliminación de las reglas de la democracia y la oposición. Esto ha permitido que su territorio se convierta en la retaguardia estratégica de la guerrilla colombiana y bandas criminales dedicadas al narcotráfico, la trata de personas y la minería ilegal. Y que además resguarda clandestinamente en un hospital de Caracas al exlíder de las FARC, alias Iván Márquez, quien traicionó el proceso de paz y delinque al otro lado de la frontera, según informan los servicios de inteligencia.

Pero, para los analistas consultados, tenderá a prevalecer un pragmatismo forzado para hacer frente a las situaciones que se salen de control. En particular, en el ámbito de la seguridad fronteriza.

Pero, ¿hasta dónde podrá Petro mantener el equilibrio ante una relación tan atípica con su vecino, o mirar hacia otro lado?

El precio del pragmatismo

“La relación es tan grande que lo raro, lo atípico, lo raro era que Colombia y Venezuela trataran de mantener una dinámica de no reconocimiento y enfrentamiento constante entre los jefes de Estado (…). Lo natural es hablar, no en lo que estábamos, que es el desconocimiento total y la ruptura de todos los canales de comunicación”, dijo. El tiempo Ronal Rodríguez, investigador y vocero del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario.

Por su parte, el politólogo venezolano Rommer Ytriago cree que los beneficios de restablecer las relaciones son más para Venezuela que para Colombia. El analista cree que Maduro necesita reintegrarse completamente a la comunidad internacional, pero también necesita acuerdos económicos.

“No buscas un tema de seguridad y defensa, sino una economía, una expansión de la izquierda”, dijo Ytriago, y señaló que los temas relacionados con los grupos irregulares pueden no ser una prioridad.

El tema de Guaidó, otra patata caliente

En ese sentido, la reanudación de intercambios y relaciones tiene un costo, o al menos eso piensa Delsa Solórzano, diputada cercana a Guaidó. “Cuando tratas con un dictador, ese dinero se mancha con sangre”, dijo.

Otro de los grandes interrogantes que tendrán que resolver Petro y Leyva es cuál será su posición a partir de ahora frente a Guaidó, otra patata caliente, ya que restablecer las relaciones implicaría un reconocimiento implícito a Maduro.

Guaidó tiene el reconocimiento de más de 50 países (incluido Colombia). Y de hecho, se acaba de ganar un triunfo diplomático en la justicia británica respecto al oro de la reserva venezolana allí depositado.

“Nos guste o no, Maduro es quien tiene el verdadero poder en Venezuela. La apuesta de Guaidó fue esa, una apuesta, una estrategia que fracasó y que, como estrategia, hay que cambiar. Hay que pasar a la siguiente estrategia. y eso implica un acercamiento con Venezuela, una reanudación de las relaciones fronterizas, consulares y diplomáticas, mucho más diversificadas que con otros países”, señala Rodríguez.

En la misma línea, dijo el excanciller colombiano Julio Londoño Paredes El tiempo que la propia figura de Guaidó se ha debilitado en el escenario internacional.

“Hay muchos venezolanos en la oposición que creen que hay que dar pasos para organizar la acción con el gobierno, porque todo indica que el señor Maduro estará por lo menos hasta el 2024”.

Duque, pieza para avanzar ante La Haya

Esto, mientras Estados Unidos intenta desbloquear los diálogos del régimen con la oposición en México. Lo que en sí mismo representa un cambio, aunque siga viendo a Guaidó como presidente interino.

Por su parte, Solórzano, quien también es abogado y defensor de los derechos humanos, y uno de los impulsores de la investigación contra Maduro ante la Corte Penal Internacional (CPI), recordó que Duque fue pieza clave en la delantera frente a La Haya. “Le pregunto al nuevo gobierno de Petro: ¿vas a callarte de esto? ¿Vas a ignorar las investigaciones contra Maduro?”. Quisiera saber si el canciller (d) preguntó a los representantes de Maduro cuándo iban a liberar a los presos políticos”, dijo.

En otro frente, para el opositor Williams Dávila, diputado asambleísta encabezado por Guaidó, es necesario un “llamado” al presidente electo. No solo para reconocer «la importancia» de los más de dos millones de venezolanos en suelo colombiano. Pero a “tener presente que la realidad de Venezuela es producto de la emergencia provocada por la dictadura”. E insiste en que Colombia puede contribuir a una «salida democrática», porque «es la cooperación más importante».

El Observatorio Rosario de Venezuela recuerda que en materia de migración hay 2,4 millones de venezolanos en territorio colombiano. Y si no, 3,4 millones de colombianos en territorio venezolano. Alrededor de 1,8 millones de personas dependen de cruzar el área fronteriza para la dinámica del péndulo, de una población de 12 millones que vive dentro de los 2219 kilómetros de la frontera.

El Eln y bandas criminales en la frontera

Actualmente, la frontera está cerrada a los vehículos y las personas pueden cruzar con ciertas restricciones. Por lo tanto, los servicios consulares son esenciales.

“Actualmente no hay consulado de Venezuela en Colombia, ni de Colombia en Venezuela. Estaba todo roto. No solo bajo la administración actual, sino bajo el gobierno de Juan Manuel Santos. Está todo resquebrajado”, agregó Londoño.

En este complejo escenario aparece un nuevo elemento y es intención de Petro restablecer el diálogo con la guerrilla del ELN. Esto es para llevar a las bandas criminales ante la justicia como parte de su anunciada «paz total». Justo cuando hay una estrategia de estos regionales ‘plan pistola’ y ‘paro armado’.

Relaciones muy difíciles pero necesarias.

“La negociación con el ELN será muy compleja. El Eln es un grupo paramilitar en territorio venezolano. Sabemos que hay actores en las fuerzas militares venezolanas que alguna vez han trabajado con el ELN. Por ejemplo, con la ‘Segunda Marquetalia’, para enfrentar la disidencia de los ‘Gentil Duarte’. Este es un tema muy sensible en la negociación porque hay que recordar que Venezuela niega sistemáticamente la presencia del ELN y la articulación de estos grupos con actores estatales”, agrega Rodríguez.

A esto, más el tema de la firma Monómeros, actualmente bajo el control del sector de Guaidó, pero con graves denuncias de corrupción. Y hay muchos otros en los que los dos gobiernos tendrán que trabajar para normalizar relaciones muy difíciles y tormentosas, pero también absolutamente necesarias, entre Colombia y Venezuela.

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Hildelita Carrera Cedillo
Hildelita Carrera Cedillo