Reducción y descortesía institucional

La salida inesperada de más de 50 altos mandos del ejército y la policía nacional fue como la varita que usan los baristas para quitar el exceso de espuma de su producto. “Desnatar el café”, dicen. No en vano, ahora estamos hablando de una redada sin que nadie proclame una masacre obrera, como haríamos en otros sectores de actividad. En definitiva, todos estos señores oficiales tienen una buena pensión que en nada afecta su supervivencia diaria. En tal ejecución, como dijo el propio presidente, “las decisiones tienen grados de injusticia, no son perfectas”, porque no todos los que son llamados a calificar los servicios están involucrados en investigaciones penales, administrativas o disciplinarias. Sería largo y costoso hacer una lista con los «pequeños pecadillos» de los que surgieron, algunos aún en período de prueba, pero la Asociación Colombiana de Oficiales en Retiro de las Fuerzas Armadas ha señalado en forma privada y anticipada, la lista de algunos defenestrados.

Es presuntuoso afirmar que los nuevos mandos militares y policiales carecen de la experiencia de sus antecesores en materia de inteligencia y contra el crimen organizado transnacional. Los que no saben aprenden, aprendieron en la Ecole Militaire y hay suboficiales que lo saben todo. No es tan difícil, aunque las tácticas y la estrategia requieren un poco de esfuerzo de aprendizaje. Un caso excepcional es el de la salud, al que dedicaremos unas líneas más adelante.

Por otro lado, para dictar orden público de que toda masacre o atentado contra alguno de los líderes sociales resulte en un asiento en la CV, como se hace hoy, de los mandos jurisdiccionales, debe realizarse previa investigación, fácil o compleja, corto o largo Si bien se ha aprendido de la Escuela Militar que el comandante es responsable de lo que hagan o dejen de hacer sus subalternos, es claro que los últimos hechos fatales que afectaron a los llamados “líderes sociales” no son responsabilidad de las unidades militares. . sino de sicarios motorizados en su guerra por las rutas de salida de la cocaína al Pacífico oa la frontera colombo-venezolana y por el control de cultivos prohibidos. Estamos de acuerdo con la ONU, porque es deber prioritario de los militares y policías de todo el país preservar la vida de los ciudadanos.

Queda la pregunta: ¿dónde están las alertas tempranas de la Defensoría del Pueblo y la Personería local? ¿Con qué criterio operativo actuará un mando militar ante las alertas mencionadas? La del presidente es una orden general y confusa que llama al engaño. Ante una orden poco clara, amenazante si se quiere, que recuerda a ciertos mandos militares o policiales indisciplinados e ignorantes, ¿no queda más remedio que cumplir la instrucción y tener a alguien de confianza, ministro de Defensa? susurro al oído del presidente. Lamentablemente, el nuevo funcionario ministerial no cuenta con toda la simpatía y solidaridad de las fuerzas armadas colombianas. De ahí que el desarrollo de una campaña política que, junto con la propuesta de reforma constitucional, amplíe el mandato presidencial a 6 años, sugiere que estamos siguiendo el mismo patrón socialista que hace furor estos días en la región, consistente en convertir a la opinión pública fuerzas en una guardia pretoriana para garantizar la seguridad de los ahora dueños del poder. Como en la Venezuela de la “brisa bolivariana”.

En la tarde de ayer, el Ministro de Defensa y su Presidente postergaron la ceremonia de reconocimiento a los generales de las fuerzas armadas en la escuela militar de cadetes José María Córdoba, en una histórica e inaceptable descortesía de un mandatario hacia los mandos militares y policías.

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Hildelita Carrera Cedillo
Hildelita Carrera Cedillo