I. La crisis mundial

Soplan nuevos tiempos. Generalmente se caracterizan por la incertidumbre y la volatilidad. Los factores que nos han llevado a esta situación durante este año 2022 son variados, por lo que la atención general se centra en buscar soluciones a los impactos económicos creados por la inflación, la recesión, el suministro de petróleo y en gas y cómo llevar a cabo el proceso de sustitución en el tiempo. . combustibles fósiles con energías renovables. Además, la sostenibilidad de las democracias occidentales como las hemos conocido hasta hoy se ve amenazada en el contexto de tensiones globales, incluida la guerra en Ucrania, el conflicto latente en China y Taiwán. Por lo tanto, el mundo actual y las democracias occidentales están enfocados en encontrar soluciones a sus problemas internos; y en ese contexto, la prioridad a la salida política de una crisis como la que aqueja a nuestro país, no es necesariamente la prioridad e incluso la importancia potencial como proveedor de petróleo ha dejado de ser una consideración a tener en cuenta, porque del riesgo que representa invertir en nuestro país en las condiciones políticas y económicas actuales.

II. la llamada revolución

En el contexto antes descrito, la llamada revolución sigue impulsando su estrategia de seguir atrincherándose en el poder y se apoya, dentro de la complicada geopolítica, en regímenes como los de Rusia, Irán y de Cuba, está por verse. cómo la relación con el presidente Pierre. Al mismo tiempo, observamos el acercamiento de la administración Biden con el régimen de Maduro, en busca de una salida negociada a la crisis general que vive nuestro país y cuya preferencia pasa por un proceso electoral. Sin embargo, la impresión que se tiene desde fuera es que el verdadero interés de la llamada revolución es mantenerse en el poder y ser reconocida, lo que conduciría a su legitimidad. Lo que se ha observado hasta ahora indica que aparentemente ha podido lograr algunos beneficios. Junto a estas reuniones, el régimen anuncia la concesión de 1 millón de hectáreas a Irán para actividades agrícolas; sin duda una provocación inconstitucional, cuyas implicaciones aún no se conocen en su verdadera dimensión e impacto en la región. La economía nacional vuelve a enmarcarse en una alta inflación de hasta tres dígitos y ya está en marcha un nuevo proceso de devaluación de la moneda, la propaganda del régimen profundiza el engaño a la población, bajo el lema “Venezuela tiene razón”, justificado por el crecimiento económico después de más de 15 años de caída continua del PIB. La realidad es que la brecha de la desigualdad se ha ensanchado y ensanchado, la pobreza y un país sin futuro, empujan a millones de compatriotas a buscar destinos diferentes, transformando a nuestra población en la mayor diáspora del mundo. Como todos sabemos, la llamada revolución se distingue por la corrupción en la gestión pública. Hoy vemos como las denuncias que se han hecho durante años, por ejemplo respecto a PDVSA bajo el liderazgo de Rafael Ramírez, el régimen hoy exige su captura internacional. Sin embargo, tanto es el daño institucional que se ha hecho en estos últimos 20 años, que vemos esta acción como una revancha más que el hacer justicia a uno de los directores responsables por la situación de robo al patrimonio nacional y de Pdvsa, pero no es el único Todo esto es apoyado y manejado con fuerza por un aparato de control social, judicial, militar y mediático, para mantenerse en el poder. Ser un objetivo estratégico de corto plazo para legitimarse en un proceso electoral en 2024, cuyas condiciones actuales son las mismas que la usurpación.

tercero oposición

En cuanto a la dirección política de la oposición y su actividad para encontrar una salida al régimen, sabemos, y así lo confirman las encuestas, que la gente hoy está desconectada de la política y de la credibilidad de sus líderes. A esto se suma la debilidad intrínseca de los partidos políticos, las divisiones internas, las denuncias de corrupción y la ausencia de una estrategia coherente. Lo que nos lleva a subrayar que todos los partidos políticos de oposición son incapaces de atraer una mayoría, mientras que existe un 80% de rechazo a Maduro y su gestión. Por otro lado, un conjunto de partidos políticos ejerce un proceso de toma de decisiones con una representatividad que deja de lado el consenso y al mismo tiempo es contradictorio el reclamo de la unidad como mecanismo para salir de la crisis. En este marco contradictorio, la acción política de la oposición se embarca en dos acciones: una vinculada a la negociación en México, cuyo objetivo es buscar un proceso electoral que reanime y unifique a las diezmadas fuerzas opositoras, pero que al mismo tiempo una vez legitimar a Maduro y su régimen y la otra es la reiteración de la búsqueda de un candidato único a través de un proceso de selección con participación ciudadana.

Nuevamente, es importante recalcar, como dicen las encuestas, que el venezolano siente desesperación, resignación y se dedica a vivir el día a día. No existe un vínculo afectivo que entusiasme al ciudadano, que genere la aspiración de luchar y ser parte del país del futuro que debe ser Venezuela.

IV. ¿Qué hacemos?

Entonces, tiene sentido preguntar qué estamos haciendo, ¿hay alguna manera de encontrar una solución, de reavivar la esperanza, de activar a las personas? Siempre hemos sostenido, porque la historia así lo dice, que el poder del pueblo es la acción que logra cambiar el rumbo de los países con gobiernos totalitarios y dictaduras militares. Por cierto, es precisamente el pueblo el que más teme a la llamada revolución. Al someter a la pobreza a los ciudadanos, ejercen su control y saben que si la población despierta y es dirigida por un liderazgo genuino y reconocido, su hegemonía en el poder flaqueará y todo proceso sucesivo llevará a su fin.

En nuestra opinión, para salir de la crisis que atraviesa nuestro país, debemos pasar por un periodo de transicionpara sentar las bases de un cambio político duradero que haga funcionar la democracia y las instituciones, a través de la separación de los poderes públicos, es decir, el retorno a la normalidad democrática. Este proceso de cambio político implica también el desarrollo de reformas para un cambio de modelo económico, donde la participación del sector privado será clave, y donde también se sustituirá el modelo petroestatal rentista. De esta forma, podemos desarrollar el potencial económico de todos nuestros recursos y nuestras ventajas competitivas. En el campo de la energía, el petróleo en el corto plazo será fundamental para seguir generando los recursos necesarios para la expansión de otros sectores y para atender las urgentes necesidades sociales de la población. Sin embargo, debemos recuperar nuestra máxima capacidad hidroeléctrica y promover el uso intensivo de la gasificación a nivel de ciudad, su uso como sustituto de la combustión de líquidos en la producción de energía eléctrica y en la industrialización nacional. Todo ello, como comentábamos, con inversiones nacionales e internacionales en condiciones fiscales competitivas. La arquitectura legal debe adaptarse y soportar reformas y cambios. Las leyes deben elaborarse como instrumentos para apoyar el crecimiento económico, la consecución de un estado de bienestar aceptable para todos los ciudadanos, bajo la responsabilidad y el indispensable equilibrio de los poderes públicos.

Este periodo de transicion Debe tener una capacidad de corto plazo para una respuesta inmediata a los siguientes elementos: primero, frente a los inmensos pasivos sociales que hemos heredado de la supuesta revolución. segundo, la reinstitucionalización de órganos y entidades estatales clave, como las fuerzas armadas nacionales, la policía nacional, las policías regionales y las fuerzas de seguridad del estado. En tercer lugar, una tarea muy importante será la reforma y reinstitucionalización del poder judicial a través de los mecanismos establecidos en la Constitución, como el Consejo de la Judicatura, encargado de garantizar la independencia de los tribunales y jueces.

Para lograr un gobierno capaz de llevar a cabo todas estas tareas y cerrar este período transitorio con un nivel aceptable de equilibrio económico y normalidad democrática, proponemos pensar no en el gobierno de un presidente, sino en el gobierno de un equipo que, con dirección y liderazgo compartidos, así como un plan de desarrollo, realice estas tareas. La organización del Ejecutivo debe orientarse hacia un proceso de decisiones consensuadas y donde la participación de personas de la sociedad civil para su conformación será fundamental y necesaria. Concluido, este período de transición equivalente a un período presidencial sería suficiente para entrar en normalidad democráticay también permitiría a los partidos políticos fortalecer y consolidar sus estructuras, necesarias para garantizar y asegurar la continuidad de la democracia.

La propuesta de elección de un solo candidato para un período de gobierno, sin tener en cuenta un necesario proceso de transición, que requiere consenso y una gestión pública que será muy compleja y costosa desde el punto de vista de los partidos políticos, nos hace pensar que el proceso anunciado para la selección del candidato unitario es conceptualmente divisivo, ya que se trata de una competencia entre las ofertas de los distintos candidatos, y la garantía del consenso necesario, como lo conocemos desde 2019, estará subordinada al interés de el partido o partidos políticos.

Si los que nos oponemos al régimen actual y la oposición complaciente y conveniente estamos de acuerdo en que Venezuela debe apuntar a un período de transición, cambio, reforma y arreglo institucional, que será una palanca para dar un camino de esperanza al pueblo, debemos ir hacia normalidad democrática. ¿Por qué no pensar en consecuencia en una alternativa de consenso, promovida y apoyada por la sociedad civil? Será necesario organizar la participación de ciudadanos con experiencia y capacidad política, y a su vez incluir a ciudadanos de la sociedad civil para formar un equipo, cuya única aspiración sea participar en el período de transición hacia la normalidad democrática.

Los recursos de tiempo y dinero que implica el actual proceso de selección de un candidato unitario bien podrían ser utilizados para enfocarse en construir un proyecto de consenso, un equipo de gobierno de consenso y obviamente establecer las condiciones para un cambio político. Con estas acciones políticas y cívicas se crea una oferta al pueblo que indica un camino para cambiar nuestro país, que sí generaría esperanza, conexión y, sobre todo, el apoyo mayoritario del pueblo, ya que tendríamos un liderazgo que priva el interés nacional versus el individual.

La decisión de cambiar nuestro país es de nosotros, del pueblo, tanto de los que están en Venezuela como de la Diáspora, el poder del pueblo actuando siempre decide. Las palabras pronunciadas por Kennedy, son una guía para nuestras acciones.“No te preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregúntate qué puedes hacer tú por tu país”.

@JFernandeznupa

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Hildelita Carrera Cedillo
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