Migración segura y ordenada y compromiso internacional

Mientras el Secretario General Adjunto de Asuntos Humanitarios y Coordinador del Socorro de Emergencia de la ONU visita Venezuela estos días, la compleja crisis venezolana que ha causado uno de los mayores desplazamientos de población en el mundo en los últimos años continúa teniendo un impacto en la región, provocando un mayor desplazamiento de personas que, según cifras de organismos internacionales, alcanza hoy a más de 6,5 millones de venezolanos que buscan seguridad en países vecinos, principalmente Colombia, muchas veces país de tránsito hacia Chile, Perú y Ecuador y hacia Centro y Norteamérica por la peligrosa Ruta del Darién.

La crisis de movilidad humana provocada por los regímenes autoritarios violadores de los derechos humanos, por los conflictos armados y, en menor medida, por los desastres naturales que hoy afectan al mundo, requiere de la cooperación y solidaridad de los gobiernos de los países de acogida, incluidos los países de tránsito, para garantizar estos derechos humanos fundamentales, entre otros, el acceso a procedimientos de asilo justos y eficientes y a todos los medios alternativos de estancia legal o protección que puedan garantizar el disfrute del derecho de asilo cuando las circunstancias así lo requieran.

Hay muchas rutas de viaje, algunas más peligrosas que otras. Desde Ucrania, en medio de los bombardeos rusos, los desplazados huyen por tierra a los países vecinos, muchas veces para continuar hacia otros países de la región, con el apoyo solidario de los gobiernos de la Unión Europea que los reciben y facilitan de forma permanente, garantizando su fundamental derechos, incluidos la vivienda, la salud, la educación y el trabajo. Desde África, más bien desde las regiones subsaharianas y lacustres, decenas de miles de personas intentan cruzar el Mediterráneo, expuestas a todos los riesgos que conlleva el viaje, incluso frente al crimen organizado que obtiene enormes beneficios de su desesperación.

Los venezolanos, junto a miles de haitianos y cubanos y algunos africanos de Ghana y Angola y asiáticos de Bangladesh y Myanmar, huyendo de la pobreza y la violencia, emprenden una ruta tan o más peligrosa que la del Mediterráneo, la del Darién, una selva de más de 5.000 kilómetros cuadrados entre Colombia y Panamá, que se ha convertido en una especie de corredor de movilidad, para muchos un infierno que lamentablemente no todos logran superar.

El riesgo es inmenso. Las personas desplazadas o con movilidad humana que utilizan estas rutas son víctimas de grupos irregulares de guerrilleros y paramilitares dedicados al narcotráfico y contrabando, lo que hace aún más peligroso el cruce que daría acceso a Panamá, cuyo gobierno, junto con el de Colombia, ha brindó una protección invaluable, en colaboración con ACNUR y la OIM, a las miles de personas que arribaron al país, incluyendo a más de 25.000 venezolanos en 2021, quienes luego de cruzar el Darién, la mayoría continúa rumbo a Estados Unidos, enfrentando las enormes y desafíos a veces insuperables que supone el desplazamiento, entre muchos otros, la exigencia de visa que todos los países de la región han impuesto a México.

La protección de las personas que se han visto obligadas a abandonar su lugar de origen requiere del máximo apoyo y solidaridad de la comunidad internacional, los gobiernos y los organismos internacionales y regionales como ACNUR, OIM y la OEA, para que todos puedan recibir un trato digno, en particular que las solicitudes de asilo se consideren de manera justa y que se respeten las normas básicas de protección, incluida la obligación de no devolver a las personas cuando sus vidas estén en peligro en el país de origen.

En días pasados, los países del hemisferio, reunidos en la Cumbre de las Américas, adoptaron la Declaración de Los Ángeles sobre Migración y Protección, en la que los gobiernos de la región acordaron fortalecer los esfuerzos nacionales, regionales y hemisféricos para crear las condiciones para una segura, ordenada, humana y regular y consolidar los marcos de protección y cooperación internacional y promover, lo cual es sumamente importante porque toca el problema de fondo, las condiciones políticas, económicas, sociales, ambientales y de seguridad para que las personas puedan disfrutar de una vida productiva. y paz digna en su país de origen. La migración debe ser una elección voluntaria e informada, no una necesidad.

La situación de los venezolanos se ve agravada aún más por la ausencia e inacción de las autoridades venezolanas, quienes están obligadas a brindarles todo el apoyo y asistencia necesarios para garantizarles el goce de sus derechos fundamentales.

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Hildelita Carrera Cedillo
Hildelita Carrera Cedillo