La base más sólida de la amistad chino-rusa, desde hace bastante tiempo, es la hostilidad que comparten hacia los Estados Unidos. Cuanto más se ha debilitado la gran potencia occidental debido a sus propios errores -como la prematura retirada de Afganistán- más se jode este elemento común de su política exterior entre los dos países. Sin embargo, a pesar de la desinformación bien calculada y minuciosa practicada por ambos gobiernos, es evidente que la solidaridad irrestricta que los dos mandatarios se juraron días antes de la invasión rusa a Ucrania empieza a dar signos de debilitamiento.

El periódico Tiempos financierosHablando de la posición china, no dudó en afirmar que “la amistad con Rusia hoy parece más una desgracia que una ventaja”.

El liderazgo estadounidense, a pesar del gobierno informal de Joe Biden, parece consolidarse y mostrar una vez más su lado efectivo ya que, a los ojos de todos en el planeta, el apoyo militar estadounidense a Volodimyr Zelensky ha cambiado el rostro del conflicto y le ha valido la victoria. el respeto y la solidaridad europea.

Por su parte, Xi Jinping tiene el plato demasiado lleno de dificultades internas: la expansión económica se ralentiza, el drama inmobiliario no cede, la inversión extranjera sigue ausente, el descontento social ante el confinamiento se acrecienta y se manifiesta. Esto sin mencionar el rechazo que genera en el mundo temas como el control de Taiwán y la persecución a los uigures.

A estas vicisitudes nada despreciables se suma el reforzamiento de las alianzas occidentales contra Putin. El «mejor amigo» de Xi se enfrenta a un debilitamiento inconfundible de la economía y, en casa, la fuerza de su liderazgo se ha debilitado claramente. Ya hay unas 2.000 personas detenidas por disturbios contra la guerra por parte de críticos del Kremlin, según fuentes oficiales. Incluso depende del titán chino considerar la posibilidad de algún tipo de revés ruso o incluso una derrota en la guerra contra Ucrania.

Al mismo tiempo, la crisis económica mundial provocada por la pandemia y la guerra tampoco favorece a China en el frente comercial. Del lado de África y América Latina, las simpatías que Putin ha sabido labrarse en estas latitudes, a pesar de la fábrica de lealtades representadas en las inversiones y la financiación de su Nueva Ruta de la Seda, juegan ahora en contra de los intereses chinos. Sin mencionar que el poder adquisitivo de estos gigantes conglomerados de consumidores chinos se ve muy reducido por la desaceleración global.

Afortunadamente para el líder de Beijing, no hay una alianza formal con Moscú en este momento cuando los vientos soplan en una dirección inesperada. Rusia se encuentra en una situación delicada en la que alcanzar los objetivos que se marcó en febrero no parece alcanzable. Solo 6 naciones del planeta apoyaron a Putin en su intento de evitar que Zelensky se dirigiera a la comunidad de naciones en la Asamblea de las Naciones Unidas. China no estaba entre ellos.

Un sentido práctico de la política empuja al Ministerio de Relaciones Exteriores de China a revisar esta colusión estratégica que no trae nada bueno a China. La alternativa nuclear que Putin pone sobre la mesa refuerza la distancia. Es solo cuestión de tiempo antes de que esta amistad sucumba.

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Hildelita Carrera Cedillo
Hildelita Carrera Cedillo