Hablar de las fuerzas armadas es tabú en Venezuela. Incluso entre quienes se oponen al régimen venezolano, prefieren esquivar el tema y archivarlo como secundario frente a temas menos espinosos para el tránsito de la dictadura a la democracia, como la constitucionalidad, la legalidad, la legitimidad o el apoyo internacional. En mi opinión, el papel de las fuerzas armadas es fundamental para cualquier reforma política y, en particular, para que se respeten los resultados de unas elecciones libres y justas.

Hoy vivimos en un mundo en guerra, ya estamos sintiendo algunos de sus efectos aunque lo veamos de lejos. Atrás quedaron las dos guerras mundiales y, a pesar de todo, la historiografía militar da cuenta de que Venezuela estaba en los mapas de las potencias antagónicas de la época. Hoy existen satélites que, desde el espacio, pueden dar información a las potencias beligerantes de hoy para saber, por ejemplo, dónde están los centros de decisión de nuestro país. Nuestra Fuerza Armada Bolivariana, la que no pudo expulsar a la guerrilla colombiana que controla ciertas zonas del territorio, ¿está lista para enfrentar fuerzas militares extranjeras en un contexto de guerra?

Como la mayoría de los venezolanos, quiero una fuerza armada con la moral alta, con recursos para defender la integridad territorial de la nación, con capacidad tecnológica para enfrentar las diferentes amenazas que tenemos en el contexto, desde el narcotráfico, la guerrilla, la minería ilegal y cualquier intento de las potencias extranjeras de imponerse sobre nosotros. Este anhelo sólo puede cumplirse, concretarse, con un gobierno civil, elegido en elecciones libres y justas, reconocido por la comunidad internacional y cuyo apoyo para el ejercicio del poder sea la constitución y las leyes.

El pasado reciente nos ha demostrado, tanto a civiles como a soldados, que el conflicto político no puede resolverse por las armas sin que resulte en represión, sufrimiento y muerte para nuestros compatriotas. Lo mejor, lo sano, lo correcto, lo que ordena nuestra Constitución, es que, a través del voto, la mayoría pueda elegir quién gobierna Venezuela y, más aún, que sean las fuerzas armadas quienes defiendan la libre expresión de esta mayoría, sea cual fuere. es. . Estoy seguro que para los militares es un insulto ser acusados ​​de ser Guardia Pretoriana al servicio del PSUV, no lo son. ellos, como dice nuestra Constitución en su artículo 328, están al servicio de la nación y no al servicio de ninguna parcialidad.

Ciertamente ha ocurrido, con todo este conflicto político infértil de los últimos años, que hemos acumulado heridas muy difíciles de cicatrizar, que quedan abiertas, provocando resentimiento y odio. Cabe recordar que la Asamblea Nacional electa en 2015 logró aprobar una amplia amnistía y un estatus transitorio que permite a quienes se acojan a ella beneficiarse de las ventajas procesales de la justicia transicional de acuerdo con su apoyo a la restitución democrática. La violación de los derechos humanos no forma parte de esta posibilidad, pero otros incumplimientos del deber pueden redimirse si se facilita una transición segura, estable y controlada, de un gobierno en el lugar sin apoyo popular a un nuevo gobierno elegido por sufragio universal y secreto. . directo.

El próximo gobierno, el que el pueblo venezolano debe elegir por voto en 2024, tiene el deber de gobernar sin venganzas ni represalias. Debe restituir a la Fuerza Armada su sagrado deber de proteger la integridad territorial de Venezuela y, además, es una voluntad ampliamente compartida, debe buscar el retorno de la alternancia democrática en la que si el PSUV pierde hoy el poder hoy, lo pueda retomar. mañana si tiene los votos para él. De ahora en adelante, ya no puede ocurrir que haya presos políticos, ni perseguidos, ni exiliados, ni partidos proscritos o procesados. Venezuela necesita una fuerza armada que proteja su democracia, sus instituciones y su voluntad general.

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@rockypolitica

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Hildelita Carrera Cedillo
Hildelita Carrera Cedillo