ConocoPhillips: de la gracia al cascarrabias

En medio de la embriaguez de Hugo Chávez por la intempestiva y luego sostenida suba del precio del petróleo durante su primera década de gobierno, el comandante imaginó que podía tratar a las empresas extranjeras con la misma arrogancia con que trató a las industrias nacionales abandonadas, expropiadas o confiscadas cuando, atacadas por la fiebre de las nacionalizaciones, decidió acabar con la propiedad privada y construir el socialismo petrolero, identificado con el meloso nombre de socialismo del siglo XXI. Se equivocó de plan. En Venezuela, Hugo Chávez eliminó el estado de derecho y sometió el poder judicial, comenzando por la Corte Suprema, a sus caprichos. Pero no ha sucedido lo mismo en el resto del mundo democrático.

En los Estados Unidos, los tribunales son responsables de proteger los derechos de propiedad, la base de la economía de mercado. Bajo este principio, un tribunal de Washington avaló en los últimos días una decisión de 2019 que obliga al Estado venezolano a pagar a ConocoPhillips 8.700 millones de dólares. En 2007, Chávez se apropió de Petrozuata, Hamaca y Corocoro, tres activos clave de la petrolera estadounidense sin acordar con sus administradores una compensación que satisficiera a la empresa. Desde entonces ha estallado una disputa entre Conoco y el régimen venezolano, que actualmente está pagando la sanción anunciada en Washington.

Las tonterías contra ConocoPhillips hay que incluirlas en la larga lista de tonterías provocadas por el furor estatal de Hugo Chávez y la corte de simpatizantes que aplaudieron sus desmanes. Según datos del Observatorio de la Propiedad de Cedice, al menos 1.359 empresas pasaron del sector privado al estado a través de decomisos o expropiaciones. El régimen habla de nacionalización, como si estas propiedades fueran parte del patrimonio nacional. En realidad, estas propiedades son parte del saqueo del gobierno, que hizo lo que quiso, entre otras cosas, nombrar como presidentes, gerentes o administradores, a un contingente de militares activos y retirados sin conocimiento alguno en el manejo de estos. unidades, pero que sirven para ampliar la clientela de clientes incondicionales.

La inexperiencia y la ineficacia, combinadas con una buena dosis de corrupción, han llevado a la parálisis o quiebra de la gran mayoría de empresas que cayeron en las garras del gobierno chavista primero, luego madurista. En una lista muy corta es necesario incluir, en primer lugar, a PDVSA. Es cierto que la petrolera nunca fue privada y, por tanto, en su caso, no se puede hablar de nacionalización. Sin embargo, la destrucción apocalíptica que sufrió hace necesario incluirlo en el inventario de calamidades provocadas por el estatismo del régimen. Las empresas de la Corporación Venezolana de Guayana continúan -algunas renacionalizadas, por ejemplo Sidor-, hoy en ruinas. Lo mismo sucedió con Cantv y Movilnet. Le siguen las industrias petrolera, plástica, cementera, hotelera, agropecuaria, ganadera y agrícola. El Sambil de La Candelaria se ha convertido en un inmenso testimonio del desastre que es capaz de provocar el gobierno chavista cuando se apropia de la propiedad privada. En el mismo plano se puede colocar a Agroisleña, convertida en residuo por Agropatria. Ni siquiera el metro de Caracas se salvó de la devastación, aún gestionado por el Estado, pero ejemplo continental y mundial de gestión pública eficiente y meritocrática, comprometida al servicio de los ciudadanos.

La gran mayoría de las unidades productivas, empresas y sociedades de diversa índole que antes de su nacionalización generaban utilidades para sus propietarios y pagaban impuestos nacionales, estatales y municipales, pasaron a generar cuantiosas pérdidas y a ser subsidiadas por el gobierno nacional, al expensas de severos recortes presupuestarios en educación, salud, servicios públicos, seguridad social e inversión en infraestructura. El desabastecimiento, desabastecimiento, hiperinflación y demás calamidades que hemos vivido los venezolanos, apenas mitigadas a partir de 2021, son consecuencia de este modelo de Estado irresponsable y derrochador con el que Chávez y sus partidarios, incluido Nicolás Maduro, intentaron vender la Revolución Socialista Bolivariana.

En los últimos años, Maduro ha estado recogiendo velas. Detuvo las expropiaciones y las confiscaciones. Devolvió el Sambil de la Candelaria a sus legítimos dueños. Incluso la ley antibloqueo y la ley de zonas especiales abren oportunidades para la inversión privada extranjera y nacional. Hace tratos con empresarios nacionales, sugiere la privatización de activos nacionalizados e insiste en el respeto a los derechos de propiedad. Veremos.

Por ahora, la Nación y todos los venezolanos estamos abrumados por el atropello cometido por Chávez contra ConocoPhillips. Un abuso que podría costarle al país la pérdida de Citgo, porque la empresa estadounidense tendrá que ser compensada con un activo. Llevamos más de dos décadas viendo cómo las gracias del régimen se convierten en muecas.

@trinomarquezc

 

La entrada ConocoPhillips: de la gracia a la morisqueta se publicó por primera vez en EL NACIONAL.

Hildelita Carrera Cedillo
Hildelita Carrera Cedillo