Muchos pensarán que el título de este artículo bromeaba sobre el día en que conmemoramos la cultura literaria impulsada por –Cervantes, Garcilaso de la Vega y Shakespeare– con un clásico de lectura inicial. El título no podía ser más representativo, ante el inminente holocausto del libro, en sus ediciones impresas. El libro electrónico consiguió sustituir el interés por la lectura. Ventajas como la elocuencia, la ortografía, la cultura, el aprendizaje, el pensamiento y un amplio vocabulario. Están en el pasado. Las nuevas generaciones prefieren «atesorar» sus conocimientos en la nube, en caso de solicitud rápida. También designa a Google como su asesor preferido.

«Quien sabe leer, lee como es”. Frase atribuida a Juan Vicente Gómez, ante el comentario de uno de sus ayudantes, viéndole hojear el periódico boca abajo. El miedo al poder frente al conocimiento es antiguo. El primer emperador chino, Qin Shi Huang, ordenó la quema de libros y el asesinato de eruditos en el 212 a. Diocleciano ordenó quemar los libros de alquimia de la biblioteca de Alejandría unos días antes de que el emperador Constantino se deshiciera del contenido de los manuscritos de Arrio. La historia se ha repetido a lo largo del tiempo. Escritos paganos, copias del Talmud, códices mayas y documentos preciosos que formaron parte de la historia de la humanidad, fueron quemados en la hoguera de las vanidades, de los poderosos sin talento. Ignorante resentido, desprovisto de un mínimo de inteligencia.

Los libros y las cartas legitiman la historia. La inquisición no sirvió de nada a la Iglesia. Hitler tampoco es su nacionalismo alemán y su antisemitismo. El autoritarismo de izquierda moderno en los países del Tercer Mundo -con algunas batallas ganadas- ha logrado exaltar sentimientos de igualitarismo, que fomentan el resentimiento, la corrupción y los derechos sin deberes. El caudillismo inmoral de la izquierda latinoamericana privilegia la ignorancia y la pereza institucionalizada como norma.

Atrás quedó la participación de intelectuales y hombres cultos en la conducta honesta. Ha desaparecido la formación, la educación, la moral y la vocación, además de la formación familiar y ciudadana. Recuerdo haber leído uno de esos viajes imaginarios donde los libros me transportaban. “Dejemos los libros desatendidos, porque el que lee no roba y los ladrones no leen”.

En este país -en el gobierno de tutela militar y policial- la inteligencia y la intelectualidad están en cuidados intensivos, casi en coma. La Pléiade civil, con cultura y saber, se diluye entre la longevidad y el deseo vocacional. No hay escapatoria para la justicia, la lectura y el talento. No hay lugar para la integridad y la formación académica.

Este régimen autoritario e inculto, con una respuesta rápida y agresiva a cualquier propuesta que les instruya. Como la vulgaridad, toda opinión de contenido técnico, ético o filosófico, contada con perfecta dicción y en el tono de voz adecuado. Simplemente se ofenden por la superioridad cognitiva de cualquier civil, que haya leído el libro dos veces. Coquito.

«Los verdaderos analfabetos son los que han aprendido a leer y los que no leen». mario quintana

@CarluchoOJEDA

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Hildelita Carrera Cedillo
Hildelita Carrera Cedillo